lunes, 8 de febrero de 2021

BARCO ABANDONADO O LA TRAGEDIA DE SOBREVIVIR . Fernando Alonso Barahona





 Un buque de lujo sufre un accidente y los supervivientes se agolpan en un bote salvavidas. La situación se vuelve difícil y no hay lugar para todos. El segundo oficial jefe asume el mando tras la muerte del capitán y tiene que tomar una decisión tremenda: dejar que todos –incluidos inválidos y heridos– sigan en el bote o abandonar a los débiles para que los más fuertes puedan sobrevivir. El grupo es variopinto, un general del ejército, una cantante de ópera, un intelectual, un jugador de ventaja, una enfermera... Todos han de enfrentarse a un destino cruel, decidir quién debe salvarse, aunque eso suponga condenar a los compañeros menos afortunados. 

 

Richard Sale, oscuro pero interesante novelista, guionista y autor de series B tan extrañas como Málaga (1954)  o entrañables como Pero se casan con las morenas (1955), fue el director de Abandon Ship, una producción independiente de Ted Richmond (productor asociado en aquellos años con Tyrone Power), que se ha convertido con el paso del tiempo en una obra maldita, insólita, atrevida y absolutamente fascinante.

 

Cine minimalista que desarrolla su historia en el ambiente claustrofobia de un bote salvavidas en alta mar, cine psicológico (como Náufragos de Hitchcock, que plantea un escenario similar) que describe comportamientos de varios tipos humanos en una situación límite, y cine de ensayo y pensamiento por cuanto plantea un tremendo problema moral y ético: ¿es lícito dejar de prestar ayuda a determinadas vidas humanas para salvar al resto? Al fín y al cabo lo que el capitán decide en una aplicación de la teoría de Darwin es dejar a su suerte a los débiles para que los más fuertes puedan sobrevivir. Se supone que la alternativa –cuando se comprueba que no hay sitio ni alimento para todos– es la muerte de todos los supervivientes. Los debates morales no dejan de dibujarse en la película: el artista genial enfermo cuyo arte no sirve para sobrevivir, ¿ha de dejar su lugar al mediocre pero fuerte que podrá remar en el bote? La madre enferma separada de su hijo pequeño y abandonada en el mar… ¿para así salvar la vida del niño que se antoja más importante? Inquietantes los dramas morales.



Tyrone Power, en uno de sus más impresionantes –y poco conocidos– papeles dramáticos, encarna a la perfección al capitán que ha de tomar la decisión impelido no por su voluntad, sino por su propia responsabilidad como máximo mando de los supervivientes. Además el pulso no le tiembla cuando es herido y él mismo se excluye de los que deben salvarse ya que en ese momento ha dejado de poder valerse por sí mismo. Ty demuestra una vez más lo extraordinariamente buen actor que era aunque en su época algunos no se percataran de ello.

 

Como ya hemos apuntado además la película plantear otro conflicto inquietante, ante una circunstancia difícil no todas las cualidades sirven, el artista o el científico que no saben valerse por sí mismos o están heridos contemplan como no pueden utilizar su talento. Pero el analfabeto puede ser fuerte y resultar imprescindible para salvar la situación o su propia vida. Todo este cúmulo de reflexiones no olvida el componente moral: ¿Es lícito el sacrificio de una vida para salvar otras?, ¿puede el hombre suplantar la providencia divina? Por otra parte, la reacción de los hombres – masa, aquellos que se apuntan a la mayoría y luego cambian cuando aquella torna su signo, resulta descorazonadora y tremendamente efectiva.

 

La realización es perfecta, las interpretaciones crispadas y magníficas, con un excepcional Tyrone Power a la cabeza, y el descubrimiento de la actriz sueca Mai Zetterling. Destacan también Finlay Curie (San Pedro en Quo Vadis) y Lloyd Nolan, además de Stephen Boyd, un año antes de que lograra el papel de Mesala en Ben Hur. La película se rodó en Gran Bretaña, producida por COPA, empresa creada por Ted Richmond y el propio Ty Power. El titulo de rodaje (y de estreno en tierras británicas) fue Seven waves away.

 

Y a su término, la irónica jugada del destino que viene a poner sobre el debate una idea cierta y de honda raigambre moral: el ser humano no puede suplantar a Dios.

 

Es una película difícil de encontrar, pero acaba de ser editada en DVD. Merece la pena descubrirla, debatir sobre ella, interiorizar su formidable drama ético tan actual en nuestra vida contemporánea tantas veces carente de valores.

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