You’re the one
En estos tiempos cualquier película de amor es revolucionaria.
José Luis
Garci
Tras bucear en
los horizontes literarios, Garci encuentra el momento para una historia
puramente cinematográfica. Es el tiempo de You’re the one, un filme en blanco y negro y todo un homenaje al
melodrama clásico de los años cuarenta. El realizador se ha convertido ya,
gracias a sus apariciones en el programa de televisión Qué grande es el cine, en un referente de la cinefilia, en un
hombre que ha hecho de las películas la experiencia vital más maravillosa.
Tiene admiradores (brillantes) y detractores (muchos, aunque casi todos
mediocres), pero ha conseguido un logro difícil: no dejar a nadie indiferente.
Como nota curiosa, existe una película de 1941
titulada también You’re the one.
Se trata de un musical dirigido por Ralph Murphy y protagonizado por Bonnie
Baker, Orren Tucker, Edward Everett Horton y Albert Dekker.
Garci vuelve a uno de sus escenarios favoritos,
Asturias. Como Ford en Monumental Valley, el cineasta captura la poesía de unas
tierras hermosas que adquieren un auténtico protagonismo en historias que
podría decirse no serían las mismas de acontecer en otros lugares. El paisaje
para Mann y para Ford era uno de los protagonistas de la historia, igual que
para Garci en esta serena sinfonía de amor, nostalgia y soledad.
El argumento
es sencillo: a finales de los años cuarenta, Julia, la hija de una acaudalada
familia de Madrid, viaja hacia el pequeño pueblo asturiano de Cerralbos del
Sella para recuperarse de una gran pérdida. Allí está la impresionante casona
familiar –Llendelabarca– donde vivió los veranos más felices de su vida. Poco a
poco la relación de Julia con los guardeses, con el maestro don Orfeo e incluso
con el desdichado cura del pueblo, don Matías, hará que la mujer empiece a
recuperar las ganas de vivir de nuevo.
You’re the one es una maravillosa historia de
amor, de un amor perdido que permanece. La
secuencia en la que la protagonista lee la última carta que su amante le
escribió es un prodigio de sensibilidad y sentimiento. Cuando lee las palabras
escritas por Hemingway en Por quién
doblan las campanas (y filmadas por Sam Wood en su romántica versión
cinematográfica protagonizada por Gary Cooper e Ingrid Bergman) es difícil
contener las lágrimas. Como Roberto le susurró a María: “Eres lo único que
queda de mí. Yo soy tú y allá donde tú vayas yo iré contigo”.
Lydia Boquera
de Buen, más conocida como Lydia Bosch, nació el 26 de noviembre de 1963.
Chicho Ibáñez Serrador le ofreció la posibilidad de trabajar como azafata del
popular programa Un, dos, tres en
1984. Permaneció en el popular concurso durante dos temporadas (1984-1985 y
1985-1986) como la azafata contable. En el
teatro tuvo como mentor nada menos que a Arturo Fernández en Pato a la naranja y en el cine, a
Antonio Giménez Rico en El disputado
voto del señor Cayo. Después de este filme actuó en otras películas: El extranger, oh (1987), Jarrapellejos (1987), El acto (1987), Caminos de tiza (1988), La luna negra (1989), Adiós, princesa (1991), Mi hermano del alma (1994), Una casa en las afueras (1995), Aquí hacemos los sueños realidad (1995) y Palace
(1996). En 1995 llegó sin duda a la cúspide de su carrera con su interpretación
de Alicia en la serie Médico de
familia, con Emilio Aragón, que le valdría el
reconocimiento generalizado del público.
Lydia Bosch se hace cargo del personaje protagonista
y compone uno de los mejores retratos femeninos de toda la historia del cine
español. You’re the
one constituye la cima interpretativa de la carrera de Lydia,
como ella misma ha reconocido, por encima incluso de su exitosa serie Motivos personales (Telecinco, 2005):
Ha sido un reto, para mí el mejor trabajo que he hecho.
Trabajar con Garci ha sido una de las cosas más bonitas que me han pasado
profesionalmente. Ha sido maravilloso, como unas vacaciones para el alma. Me ha hecho sentir muy bien; yo admiro a José Luis, es un director extraordinario con el que a
veces se producen injusticias.
Iñaki Miramón, actor sobresaliente, es el profesor
del colegio enamorado en silencio de Lydia Bosch. La emoción con la que abre el
regalo y contempla el libro La familia
de Pascual Duarte está admirablemente expresada. Jesús Puente se
despidió del cine y de la vida con su colaboración especial interpretando al
tío de la protagonista. En el reparto destacan también Julia Gutiérrez Caba,
Fernando Guillén y un magnífico Juan Diego, que encarna al sacerdote del
pueblo, un cura gruñón que, sin embargo, cede cuando permite que se represente
una obra de teatro navideña en su iglesia a cambio de que ella, la mujer
solitaria, vuelva a pisar el templo. Roto por las dudas, el cura bebe más de la
cuenta, y su carácter íntimo recuerda no poco a la visión de Unamuno en obras
de trágico sentimiento como San Manuel
Bueno, mártir.
Al igual que en La última sesión de Bogdanovich, el cine se convierte en el
espejo de los sueños de los que viven en aquella aldea, sobre todo para el
niño, casi de la edad que Garci tendría en el año en que parece transcurrir la
historia. Por la sala de proyección pasan Sospecha de Hitchcock, Si
no amaneciera de Mitchell Leisen, Gunga
Din de George Stevens y Tú y yo,
de Leo McCarey (en la versión de 1938).
Los personajes de You’re the one se miran en silencio, hablan con sinceridad y en
un rapto de incorrección política llenan de humo sus conversaciones. Tanto
Carlos Hipólito como Iñaki Miramón, y, sobre todo, Lydia Bosch, fuman casi sin
parar delante de la cámara, como en las películas norteamericanas de los años
cuarenta. El propio director, fumador empedernido, reconoció:
Voy a desvelarles un misterio: no fumo tanto. Desde que empecé con 15
años no creo que haya fumado jamás más de 15 cigarrillos al día.
El tabaco es una de las reivindicaciones personales
del cineasta, muy alejado de las corrientes contemporáneas que incluso aspiran
a borrar de las pantallas las imágenes de Bogart pegado a un pitillo o de
Marlene Dietrich en El diablo es una
mujer. Lo ha descrito certeramente en sus libros: “Yo miro a una chica
que está fumando y, según la intensidad y la frecuencia de sus caladas, puedo
decir si está enamorada o no, si se lleva bien con su madre o la odia”. Para
Garci fumar es como vivir en “estado de película”.
En Alfa y
Omega ha comentado las profundidades de You’re the one:
Creo que lo único que puede alterar el pasado es el perdón. Es lo
único. Cuando alguien perdona de verdad, ese pasado deja de existir. He querido
hacer una película más influenciada por Chejov que por cualquier cineasta.
Porque de la misma manera que cuando voy a ver Cantando bajo
la lluvia salgo muy contento, o cuando
veo un western salgo excitado por la belleza de la narrativa pura, de los
espacios, la fisicidad..., cuando veo una obra de Chejov, El jardín de
los cerezos, La gaviota..., salgo con ganas de ser mejor persona.
Yo quería, en un tema muy vidrioso como es la posguerra española, que la gente
viera una película sin malestar ni mal rollo, como lo que era, con personas
normales. Por ello me gusta ver al guardia civil, que haciendo la ronda ve de
reojo Gunga Din, y que se aleja
porque está trabajando, pero al que le gustaría estar dentro con todos viendo
la película.
Garci filma una historia de amor y entrega tan
sensible como profunda. Cada secuencia, cada plano aparece transido de amor,
entereza y sentimiento. La puesta en escena de Garci es soberbia y nos va
sumergiendo en la vida de ese pueblo tranquilo y en las profundidades de un
sentimiento, el más importante de todos: el amor.
Rodada en maravilloso blanco y negro, Garci se introduce con más pasión
que nunca en el cine norteamericano de los años cuarenta: Leo McCarey, Frank
Capra, William Wyler, Gregory la
Cava, George Stevens (la fiesta de Navidad con una obra de
teatro infantil parece sacada de Serenata
nostálgica, de 1941, con Cary Grant e Irene Dunne) o John M. Stahl
podrían haber firmado esta película
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