jueves, 16 de noviembre de 2017

NORMA SHEARER, LA ELEGANCIA HECHA GLAMOUR


  
Recordar a Norma Shearer (Montreal, 10 de agosto de 1902 — Los Ángeles, 12 de junio de 1983 ) es rememorar el esplendor del Hollywood dorado de los años treinta .


 Coetánea de las más grandes : Greta Garbo, Marlene Dietrich, Joan Crawford, Bette Davis, Jeanette MacDonald, Katharine Hepburn , Carole Lombard  … es decir la primera generación gloriosa del cine sonoro clásico americano ( también Jean Harlow, Margaret Sullavan , Tallulah Bankhead ….) , casada con un productor mítico pionero forjador de Hollywood como Irving Thalberg ( igual que Jennifer Jones años después con David O, Selznick ) Norma Shearer desprende belleza , sofisticación y atractivo . Fue una estrella absoluta en los años veinte y treinta, creó un tipo de mujer independiente y seductora en los años anteriores al Código Hays, y después evolucionó hacia ese glamour fabuloso de Mujeres (George Cukor ) o la extraordinaria María Antonieta (W.S.Van Dyke 1938 ) al lado del gran  Tyrone Power . En esta obra maestra del cine romántico supo tambien desprenderse de la elegancia y en las últimas escenas, la reina ante la muerte, dar una lección de interpretación que pone los pelos de punta 


 En 1930 obtuvo el Oscar a la mejor actriz por La divorciada, de Robert Z Leonard .
Durante los años del cine mudo, Shearer aprendió el gran secreto  llegando a trabajar con grandes maestros como David Wark Griffith, Victor Sjöström y Ernst Lubitsch Contratada por Louis B. Mayer, pasó a formar parte de la nómina de la Metro Goldwyn Mayer cuando ésta fue fundada en 1924,. Allí su carrera  cambió cuando conoció al gran  Irving Thalberg, con el que se casaría en 1927.
   Su estrellato paseó en títulos como  Romeo y Julieta (Romeo and Juliet, 1936) de George Cukor ,  Las vírgenes de Wimpole (The Barrets of Wimpole Street, 1934) de Sidney Franklin..   Deslices (Riptide, 1934) de Edmund Goulding. ,  Extraño intervalo (Strange Interlude, 1932) de Robert Z. Leonard ,  La llama eterna (Smilin' Through, 1932) de Sidney Franklin. .   Vidas íntimas (Private Lives, 1931) de Sidney Franklin.   Alma libre (A Free Soul, 1931) de Clarence Brown.



  La muerte de Thalberg en 1936 – con solo 37 años – dejó a la actriz sin referente . La vida continuó pero el horizonte pareció empequeñerse.

   Pudo hacer Lo que el viento se llevó pero Vivien Leigh le ganó la partida ,.

  Norma Shearer abandonó el cine en 1942 , como la Garbo, aún en plena gloria ( tan solo sus dos ultimos filmes no fueron exitos comerciales ). Tal vez el cambio brutal de la guerra hubiera puesto dificultades a su estilo personalísimo . Ello y el error de rechazar La señora Míniver , cubierta de Oscars y que disparó a Greer Garson al estrellato .

Su última película fue Her Cardboard Lover, en 1942, año en el que se volvió a casar con Martin Arrouge, un profesor de esquí veinte años menor que ella.

  Pero hoy su imagen, su belleza , sus personajes modernos vuelven a devolver a Norma Shearer su esplendor .

El esplendor de una estrella genuina .




miércoles, 1 de noviembre de 2017

RAFAEL GIL, DIRECTOR DE CINE






Nadie duda de la importancia de Rafael Gil en el panorama del cine español, aún más, de la cinematografía europea, por más que una crítica cicatera haya intentado regateárselo, casi siempre por razones ideológicas . ¿Alguien puede negar en serio que la obra de Gil es superior en calidad y cantidad a la de Marco Bellochio , Jacques Rivette , Alain Tanner o el mismo Theo Angelopoulos ¿.

          Rafael Gil amaba el cine puro y poético de Borzage , Capra y Vidor .  También por supuesto el cine de John Ford . Y lo cultivó en sus primeras películas, “Huella de luz “, “El hombre que se quiso matar “, “El fantasma y Doña Juanita “. Fue chaplinesco en “Camarote de lujo “ y trató de elevar el género del cine de toreros a la categoría de “western “ español . Fue uno de sus grandes proyectos aunque no llegó a cuajar ya que el cine de toreros fue limitándose a la presentación de nuevas figuras a las que se arropaba con historias convencionales y un buen grupo de grandes actores de reparto .
     Como escritor amaba la literatura, y en su cine adaptó a la flor y nata de la literatura española , siempre con un sentido reverencial de la obra, es decir con la humildad de quien sabe que está trabajando con un material ajeno, sea de Cervantes, Blasco Ibáñez o Unamuno .  Algunos expertos  de la relación cine y literatura suelen olvidar estas adaptaciones ( resulta triste que Pere Gimferrer en su interesante “Cine y literatura “ soslaye estas películas, como también lo hace Jose María Latorre en “Los sueños de la palabra “ ) , pero están ahí para quien hoy las quiera descubrir olvidando prejuicios y enfrentándose a ellas con la misma mirada ilusionada con que su director las filmó . Cine literario hizo el gran Visconti en  “Muerte en Venecia “ y “El inocente “, John Huston en “Moby Dick “ y John Ford en “Las uvas de la ira “. Magníficas adaptaciones nos ofrece Carol Reed en “Oliver “, David Lean en “Cadenas rotas “, Orson Welles en “El proceso “ y “Otelo”, Lawrence Olivier (Hamlet, Franco Zeffirelli (Romeo y Julieta ),  King Vidor (Guerra y paz ), Mario Camus (La colmena , Los santos inocentes ), José Luis Garci (Ninette , Canción de cuna ), Juan Pinzas (El juego de los mensajes invisibles ),  William Wyler (Cumbres borrascosas )… pero también y sin duda Rafael Gil a lo largo de su amplia y rica obra .

      El optimismo y la creencia en los valores positivos la mantuvo siempre , en su vida y en su obra  . Ello le perjudicó – como su rechazo y denuncia de la “ inteligencia “ de izquierdas tan ávida por controlar la cultura e imponer sus a menudo inanes criterios -  de cara a la crítica joven que además empezó a conocerle a partir de los años sesenta, y con películas que  salvo alguna excepción (Verde doncella , La duda  ) estaban lejos de ser lo mejor de su obra . 




         No todas las películas de Rafael Gil mantuvieron su alto ideal del cine ni alcanzaron la excelencia , pero siempre fueron dignas, y las mejores supieron expresar en imágenes los sueños de aquel joven escritor ,casi adolescente, que se acercaba al séptimo arte con amor y admiración. El joven escritor Gil seguramente hubiera criticado  algunas películas del maduro director) pero se habría emocionado ante numerosas secuencias de muchas películas  como “Huella de luz “, “El fantasma y doña Juanita “, “LA calle sin sol “, “La señora de Fátima “, “Verde doncella “ , “Camarote de lujo “, “Siega verde “ , “Nada menos que todo un hombre “  o “La duda “.


    Por otra parte , no solo el público apoyó constantemente su obra, también sus compañeros de profesión como atestiguan los numerosos premios obtenidos a lo largo de su carrera . Hasta llegar a los Oscars españoles a partir de los años ochenta , Rafael Gil fue el director más premiado del cine español, lo que desde luego no era una frase hecha sino una profunda realidad .  Algunos han tachado de “ oficialismo “ esa relación de premios, pero lo cierto es que nadie en la época, ni público, ni industria, ni compañeros, dudaron nunca del puesto preeminente de Gil . Y  las escasas envidias que despertó prueban su bonhomía, buen carácter y generosidad  del cineasta .
 
       En una larga entrevista concedida con ocasión del programa “ La noche del cine español “ de Fernando Mendez Leite , Rafael Gil se mostró básicamente satisfecho de su amplia carrera cinematográfica  y orgulloso de muchas de sus películas y de su contribución al cine español . Algunos libros de cine aún deben ejercer la labor de recuperación y revisión de la obra de este hombre de cine que dejó una huella indeleble y un legado de 67 películas a lo largo de cuarenta y dos años  en lo que constituye una carrera cinematográfica envidiable, sólida y casi sin parangón .




        Los libros “Rafael Gil. Director de cine “ y “Rafael Gil. Escritor de cine “, las abundantes colaboraciones de personas que le conocieron, trataron y admiraron, la Exposición preparada por Rafael Gil hijo y Luis Rubio Gil que ha recorrido numerosos lugares de España han servido  para el mejor  conocimiento de la personalidad de un auténtico hombre de cine, un pionero que aprendió primero a ser cinéfilo ( en los albores del séptimo arte ) y que luego fue director sin perder nunca la ilusión y la bondad .
  La tarea de reivindicación de lo mejor del cine español de todas las épocas – sobre todo aquellas que están siendo víctimas del olvido – es urgente y pasa más que por lo estudios sesudos por la revisión de las propias películas . Es el mejor método para que el público contemporáneo, sin anteojeras ideológicas se enfrente al cine clásico español y descubra joyas como “Historias de la radio “, “El crimen de la calle Bordadores”, “Los ojos perdidos “,  “La herida luminosa “, “Los peces rojos “ , “Mi tío Jacinto “ o “La calle sin sol “.
Sin duda merecerá la pena el esfuerzo  y creará no pocas sorpresas a los aficionados que se acerquen a ellas .

          LA etapa de Rafael Gil en Cifesa constituye una oportunidad magnífica para acercarse a estas películas , muy famosas en su momento, tal vez conocidas de oídas por las nuevas generaciones de cinéfilos pero que ahora reviven gracias a las exposiciones o al DVD ( la estupenda edición de Don Quijote de la Mancha con interesantes extras y una gran calidad de imagen  ) .

       El lema de Rafael Gil podría resumirse en la frase que escribiera en 1969 y que ya hemos reproducido : “ creer en lo que aún no es resulta siempre una bella manera de vivir “ .   Y además es una creencia mantenida a lo largo de los tiempos, desde el inicio como principiante a la madurez, cuando muchos llamaban a la puerta para ser contratados por su productora .
        

 A eso se le llama, simplemente, esperanza .




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